En el quehacer docente, es común caer en una rutina dominada por planificaciones, metodologías y objetivos de aprendizaje. Sin embargo, en ocasiones, este enfoque técnico-instrumental nos hace perder de vista lo más esencial: los estudiantes son personas con historias, emociones y necesidades que van más allá de la adquisición de conocimientos. Tratar a los alumnos solo como receptores de información limita su desarrollo integral y reduce la educación a una mera transmisión de contenidos.
La educación es un encuentro humano. Cada estudiante llega al aula con su propio bagaje, enfrentando desafíos personales, familiares y sociales que inciden en su proceso de aprendizaje. Ignorar esta dimensión y centrarse únicamente en estrategias didácticas y evaluaciones eficaces puede generar desconexión, desmotivación e incluso resistencia al aprendizaje. En cambio, cuando un docente se involucra desde una perspectiva más humana, se genera un ambiente de confianza y respeto que favorece el desarrollo del pensamiento crítico, la creatividad y la autonomía.
Es fundamental adoptar una pedagogía del reconocimiento, en la que los estudiantes sean valorados no solo por sus logros académicos, sino también por su identidad y sus esfuerzos. Pequeños gestos como escuchar activamente, mostrar empatía y brindar apoyo genuino pueden marcar una gran diferencia en la vida de un estudiante. Cuando los alumnos sienten que son tratados como personas y no como simples números en una lista de asistencia, su motivación y compromiso con el aprendizaje se fortalecen.
Por ello, es importante equilibrar el conocimiento técnico con una visión ética y humanista de la enseñanza. La educación no debe limitarse a la transmisión de información, sino que debe contribuir a la formación de ciudadanos críticos, solidarios y capaces de transformar su entorno. Como docentes, tenemos el privilegio y la responsabilidad de impactar vidas, y ese impacto será mucho más significativo si partimos de una comprensión profunda de lo que significa educar: no solo enseñar, sino también acompañar y dignificar a cada estudiante en su proceso de crecimiento.


1 comentario:
La educación desde la otredad permite que la relación profesor estudiante sea más transversal, una relación de apoyo mutuo para el crecimiento personal y grupal, el profesor en el salón de clases es el más interesado en aprender, aprender de los demás y con los demás, por lo cual el humanismo y la comprensión que nos ofrece mi querido profesor es la clave para vencer la resistencia al cambio, me gustó mucho su clase del fin de semana, att su alumno de la maestría en educación de EP de México
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