sábado, 8 de mayo de 2010

Desarrollo, Educación y Talento


"El futuro ya no es lo que solía ser" cita de Arthur C. Clarke. Es cierto. Estudiar, conseguir un trabajo, hacer una familia y disfrutar del retiro: ruta idílica que se forjó en el inconciente de nuestra sociedad en los siglos pasados, aún conservando su presencia en el espacio de nuestra razón, presenta un nuevo contenido en el siglo XXI. Declaro que en este nuevo siglo ya no se estudie para la calificación o el título, sino para evolucionar. Evolucionar es adquirir las competencias para ser, saber, hacer y convivir armónicamente. Evolucionar es modificar nuestros esquemas asimilando la información más precisa y fundamental para la vida. Es poner a prueba nuestras creencias y hacerlas pasar por el tamiz de la experiencia, la inteligencia, el juicio, el valor y la decisión responsable. ¡Que se eduque de ahora en adelante para ser feliz! Ser feliz es hacer lo que nos gusta todo el tiempo. Lo que somos capaces de hacer todo el tiempo, toda la vida sintiéndonos plenos: eso es tu talento. Escribir, Pintar, Hacer música, Bailar, Organizar grupos, Generar ideas nuevas, Conciliar, Emprender, Mandar, Perfeccionar, Individualizar, Prevenir, Restaurar... todos son talentos, susceptibles de ser desarrollados, mejorados, interrelacionados y ser llevados a la cuasi-perfección. Eduquemos para desarrollar talentos. Durante mucho tiempo el foco principal en la educación escolarizada han sido los contenidos curriculares, recién ahora empieza a entenderse que es la persona -el aprendiz- en quien debe estar puesto el foco educativo. Pero yo exhorto a que sea el desarrollo de los talentos de las personas el foco. Se pueden abordar los contenidos, se pueden desarrollar armónicamente e integralmente las facultades del ser humano pero no a partir del examen, no a partir del hastío, no a partir de horarios preestablecidos, no a partir de teorías, sino a partir de las actividades que más aman las personas...las que motivan, llenan de gozo e inspiran la mejora continua. ¿Quieres hablar de productividad? ¿Te interesa el desarrollo económico y social? ¿Quieres modificar las estructuras de poder imperantes? ¿Quieres que el país mejore su índice de competitividad? ¿Aumentar tasas de empleo? ¿Reducir la inseguridad? etc. La respuesta son las personas. Capital Humano le dicen hoy. Ninguna política pública generará una distribución equitativa de la riqueza económica, cultural y espiritual, ninguna ley nos va a volver más eficientes y productivos; sólamente las personas haciendo lo que mejor saben hacer pueden producir crecimiento en todos los sentidos. Observemos a dónde nos ha llevado nuestro sistema de creencias como pueblo. La racionalidad imperante que hemos dejado irresponsable y apáticamente que colonice nuestra conciencia. Aseguro que si la educación se centra en el talento de las personas y de manera correlacionada cubre el programa de estudios, las cosas pueden mejorar aceleradamente.


La Tecnología es un instrumento podereoso: aprovechémoslo.


Al hacer esto aumentaremos nuestro capital humano. Esto lleva en automático a un proceso de autorrealización que mejora nuestra capacidad cognitiva y afectiva, nos hace más sensibles a la realidad. En ese momento podemos descubrir un horizonte de valores y virtudes sociales y se despierta en nosotros una tendencia hacia la cooperación, la ética y la cultura del trabajo. Así engrosaremos nuestro capital social. Así se genera el progreso. La riqueza es producto de un bien de orden estructural que se sostiene en instituciones sólidas que son operadas por gente talentosa (lo hacen mejor de lo que lo harían otros mil, digamos), responsable y realizada.

El bienestar social pasa primero por un bien-ser personal y un telos (finalidad) cultural asumido de socio-centrismo y sociorrealización.


La educación, el desarrollo y la vida social y pública tienen un mismo fin: mejorar la condición humana.


Nadie es dueño de la verdad, cada quien mira las cosas desde su propia historia, pero defenderé mis argumentos hasta no encontrar otros más convincentes. ¿No es este el tipo de lealtad para con lo verdadero, lo bueno y lo bello el que los pedagogos más célebres de todos los tiempos han promovido?
Sobre la familia, el trabajo y el retiro se puede decir otro tanto, pero concluiré aquí únicamente anticipando que el futuro en estos temas también ha dejado de ser lo que solía ser.