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La praxis educativa para ser genuina debe nutrirse de dos componentes: gestión de talentos y holismo. Concíbase al ser humano como una unidad eco-bio-socio-psico-económico-cultural-ético-estético-trascendente. El principal talento que puede desarrollar la educación es la capacidad auténtica de decidir sobre nuestro camino de realización personal y colectivo. La inteligencia holista está basada en la capacidad de distinguir lo verdadero unido a principios axiológicos e interdependencia ecológica.
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