lunes, 22 de febrero de 2010

Algunas conexiones entre celebridad, sociedad y vida

Por: Carlos Lozano

Para: Territorio dominante


Escribo poco. Es mi pasión pero la domino. ¿La reprimo? Quizás porque a muchos nos les gusta lo que digo o porque a mí mismo no me gusta recibir críticas superficiales y sesgadas. Pero esta vez se trata de la solicitud de un amigo. Además, uno no puede negarse la oportunidad de ser lo que es.


Alguien ya dijo: “Todo lo que se habla o se escribe sólo puede tener como tema el amor, la vida o la muerte” – o algo así, de cualquier manera me gusta-. Así que hablaré de la vida.
La vida, un concepto tan escurridizo y complejo que acaba por malinterpretarse o trillarse. Tópico que más nos valdría que la divinidad aclarase; pero que, como simple navegante del tiempo que soy -¿o es el tiempo el que navega en mí?- abordaré de la manera más lúcida que la inteligencia de un sábado vespertino me permita. No la abordaré en todas sus dimensiones puesto que resultaría pretencioso, pero tocaré aquellos puntos que hoy y sólo hoy revolotean en mi cabeza y me piden a gritos salir a tomar un poco de aire. En la enmarañada tarea de elegir si abordar este tema de manera conceptual, fisiológica, relacional o existencial, elijo…relacional. Ya veré como me las arreglo líneas abajo para acabar hablando de publicidad, administración y demás temas de interés para los visitantes de este “territorio dominante”.


Con “relacional” me refiero a las interacciones personales que experimentamos unos con otros -nuestra dimensión social-. Bien, pues se me ocurre que podemos darnos idea de lo que como sociedad somos a partir de analizar tres aspectos particulares: el sistema educativo, el sistema penitenciario y a quienes consideramos nuestras celebridades. Del sistema educativo no hablaré ahora porque es la arista más compleja –la más interesante también- y la intención de hoy es más lúdica que otra cosa. Pero si hubiera algún interesado, en mi blog he escrito un poco de eso (http://educacioncontalento.blogspot.com/). Sobre el sistema penitenciario no he investigado lo suficiente, pero baste decir que no me parece que promueva ni la regeneración moral, ni la integración al sistema social, ni la mejora jurídica, ni el trato auténticamente humano, por lo que me guardaré este tema para una ocasión futura por resultar de matices demasiado grises y depresivos para una tarde agradable como la de hoy.
Entonces, sólo queda el tema de las celebridades de una sociedad. Me parece un buen punto de partida para diagnosticar nuestra cultura –occidentalizada- y para hacer algunos cuestionamientos y sugerencias a los profesionales de la comunicación, la mercadotecnia, la imagen y la administración, entre otros.


Reconozco que el punto que me inspira ahora mismo es la película “Celebrity” (1998) de Woody Allen. En ella, un tipo se da cuenta a los 40 años de que no es feliz con su esposa, no le gusta su trabajo y se dirige cada vez más rápido a la vejez y al abandono definitivo de sus sueños.
Lo que recuerdo ahora del film es que cada uno de los personajes era o aspiraba a ser una celebridad, ya sea en la TV, en el cine, en la literatura…pero sus vidas eran igualmente confusas, inciertas, irracionales y en busca de sentido como la de cualquier otro. Lee Simon (Kenneth Branagh) busca apoyo en gente considerada famosa y se da cuenta del torbellino de pasiones, locuras y traumas en medio del cual todos viven –incluso él mismo-. Con el humor negro de Allen, se deja ver que en realidad para ser celebridad no es necesario demasiado, uno puede ser un gran escritor, un actor joven drogadicto y lujurioso, un obeso de campeonato, una prostituta que desee compartir sus secretos, un senador, una comunicadora amarillista y chismosa, una reportera graciosa, un gran empresario, etc. El secreto de la fama en este retrato de la sociedad post-moderna no está definido por tus méritos, calidad moral, talento, capacidades, ideales o logros, sino por tu carisma – ¿cómo está tu sex appeal? , ¿Qué tan bien luces frente a las cámaras?, ¿te vistes a la moda?-.



Ahora les pregunto ¿quiénes son nuestras celebridades? –aquellos a quienes admiramos dentro de nuestra cultura-….. ¿te acordaste de algún deportista?, ¿algún político?, ¿tal vez una actriz que ha salido en alguna revista para caballeros? o quizás ¿de uno de los hombres más ricos del mundo, dueño de un imperio económico? Pregúntate si son famosos por sus méritos, su integridad, su aportación a la Patria o a la Humanidad; si son aplaudidos y entrevistados por sus acciones en pro del medio ambiente, de defensa de los derechos de los pueblos indígenas, de los derechos humanos, de la lucha en contra de la violencia, la pobreza, la marginación, la intolerancia, la injusticia o la discriminación. Pregúntate si con el peso de su fama han aportado nuevos modelos de gestión para la calidad, una administración pública más eficiente y transparente, organizaciones civiles responsables…¿Cuánto tiempo les dedican los canales de televisión abierta a este tipo de personajes?, ¿qué sucederá en la mente de los niños y adolescentes cuando ven el boato con el que se les trata? ¿Es deseable una cultura que fomente la admiración por este tipo de personajes? Si crees que no es así ¿por qué nos dejamos arrastrar por la máquina económico-publicitaria sin hacer un alto de reflexión crítica?, ¿A quiénes deberíamos voltear a ver como sociedad?, ¿Qué tipo de persona puede resultar adecuada, favorable e íntegra para las campañas publicitarias?, ¿Quiénes son aquellos que pueden tener ideas para mejorar nuestra calidad de vida?, ¿Qué voces son capaces de despertar la conciencia de las personas para que actuemos con lucidez? ¿o todo es cuestión de las hermosas comisuras de Jennifer Garner?


La vida social en México –como en muchas otras culturas-, las oportunidades de movilidad social ascendente, de trabajo decoroso y digno, de intersubjetividad crítica, de intercambio de conocimientos, de seguridad social, de progreso y desarrollo integral y sustentable están siendo limitadas por jerarquías de poder autocráticas, por estructuras anquilosadas, por instituciones burocratizadas, por poderes fácticos, por ciudadanos violentos, por intereses siempre particulares…pero también por nosotros mismos: una masa social acrítica, indiferente, consumista, condescendiente, desgastada, sin inspiración, sin ideales más allá de la búsqueda de “celebridad”.


En el año del bicentenario no hay demasiadas cosas que festejar. Tampoco se trata de hacer una revolución; lo que se antoja es a una conversión intelectual, volitiva y ética. Nos quejamos de muchas cosas del sistema pero no nos damos cuenta de que el sistema está formado por organizaciones e instituciones y estas por individuos. Si modificamos nuestras creencias individuales y colectivas, si las ponemos a prueba, si les exigimos resultados, veremos que la cultura parte de nosotros mismos. No se trata de salvar a la humanidad en sentido utópico, sino de realizarnos y socio-realizarnos en la medida de nuestras posibilidades, nuestra aptitudes, nuestra historia y nuestro contexto.


Como diría mi estimado Edgar Morín, no vivimos para sobrevivir sino que sobrevivimos para vivir. O sea, hay que buscar estrategias para el desarrollo pleno, para una experiencia vital más satisfactoria, fructífera y alegre.


Carlos,

miércoles, 3 de febrero de 2010

Comparte tu mejor experiencia educativa



Hola, los invito a compartir en este espacio las actividades de aprendizaje que les hayan resultado más provechosas como estudiantes o cómo docentes. Continuamente recordamos algún día en la escuela en el que realmente aprendimos algo, alguna actividad que solicitó el maestro que guardamos en nuestra memoria por lo que significó para nosotros. Si logramos recuperar los mejores ejercicios, tareas, proyectos y actividades escolares podremos darnos cuenta cúando es que una persona aprende realmente y será un repositorio único de sugerencias para el profesorado.


Para poner en marcha este experimento, les comparto una primera anécdota en mi faceta de estudiante: En la Facultad de Ciencias Químicas de la universidad pública en la que estudié (BUAP) había un profesor al que todos trataban de evitar en el armado de sus horarios cuatrimestrales debido a la fama que tenía de exigente y reprobador. Aquellos que llevaban buen promedio lo eludían para no poner en riesgo su promedio y los que no llevaban tan buenas notas lo evitaban porque existía la leyenda -en parte cierta- de que aprobaba a muy pocos en el grupo. Era verano y en esa época los más adelantados en la universidad teníamos la oportunidad de adelantar una de las últimas materias de la currícula: Toxicología. Por cuestiones del destino, fue este personaje al que llamaré cariñosamente "El Doctor" el único docente que asignó la Coordinación Académica para impartir la asignatura. Recuerdo que más de uno de los "cerebritos" que pretendían adelantar la materia prefirieron postergar cuatro meses su graduación con tal de evitar al temido "Doctor" y asegurarse un buen promedio. En fin, un grupo de compañeros de muy buen nivel éramos más prácticos y confiamos en que nuestras capacidades, buenos promedios y buenas influencias con los demás docentes de la Academia acabarían ejerciendo la presión suficiente sobre aquel sujeto para evitar malas notas. Fuimos un grupo de alrededor de 12 "arriesgados" -el 80% con alto promedio- (9 o más).
Nunca había conocido ni he vuelto a conocer a un tipo semejante. Tenía un aspecto un tanto desaliñado, siempre con una bata que en algún momento debió haber sido blanca, a veces utilizaba una gris u otra café, bebía tazas de café como agua de tiempo -incluso frío-, utilizaba calzado sport de modelo no reciente, despeinado frecuentemente, con un bigote francamente rebelde, ojos que parecían desorbitarse cuando se irritaba, párpados que reflejaban la lectura de decenas de artículos sobre la enfermedad de Pakinson y de Alzheimer y un lenguaje franco y rudo.
Las primeras sesiones fueron un calvario por la cantidad de información, de lecturas y tareas que solicitaba, el grupo se sentía rebasado y asustado. Recuerdo que las sesiones de laboratorio que dirigía eran los sábados y que en una ocasión nos hizo asistir en día festivo, de modo que mientras mi familia y mi novia viajaban a Acapulco yo tuve que ir a alimentar a las ratas y dosificarles una solución. El primer examen que nos aplicó tenía casi 100 preguntas, muchas de ellas repetidas, otras mal redactadas, y otras tantas que no correspondían a lo que habíamos trabajado en clase. Recuerdo su frase al entregarnos calificaciones: "Están sumidos en el fango". Nuestras reservas y angustias se fueron convirtiendo en cólera y chistes de pasillo. No obstante, me impresionaba su pasión por lo que hacía. Trataba a sus ratas como reinas, había convencido a varios estudiantes de que fueran prácticamente sus esclavos, días y tardes y fines de semana para cuidarlas y realizar los experiementos programados. Estos consistían en experimentos de laberinto, cirugías cerebrales y de ovarios, entre otros. Hablaba de los efectos de las sustancias tóxicas con tanta vehemencia que casi podía imaginarlo administrándose todo tipo de enervantes y sustancias estimulantes para probar sus efectos fisiológicos "in vivo".
Cuando me percaté de que sus criterios de evaluación eran cambiantes y sus exigencias cada vez más ridículas, decidí emplear otra estrategia: darle más de lo que pedía. Así que cuando nos solicitó hacer un cartel sobre los efectos tóxicos de algunas sustancias, preparé junto con mis compañeros de equipo un trabajo sobre las Dioxinas y sus efectos dañinos en el organismo; colocamos la molécula, ejemplos de su producción, sus posibles mecanismos de acción, etc. Lo imprimimos en plotter y nos preparamos para dar toda una cátedra sobre ellas. Llegado el día, el "Doctor" sólo asintió y nos dijo "bien, hay que volver a hacer esto".
Después se le ocurrió la idea de envenenar a las ratas con diferentes soluciones de plomo y registrar los efectos tóxicos en riñones y otros órganos. Pusimos tanto empeño en aquella tarea que aún recuerdo un sábado en el que dijo: "Porque no compramos una pizza mientras colocamos las tiras reactivas y esperamos hasta que la rata orine". Recuerdo bien ese día porque por primera vez parecíamos todos contentos. Creo que nos había convencido. Quizás esa sea la época que evoco cuando pienso en la difícil y emotiva vida de estudiante universitario. Nos pidió cooperación para la comida y el cuidado de las ratas y se la dimos; a cambio, nos enseñó a realizar experimentos con fármacos convulsivos y tuvimos que presenciar el triste espectáculo de las ratas azotándose contra las paredes de una tina. También hicimos experimentos en el laberinto y hasta pudimos presenciar una cirugía de ovarios. Aún recuerdo nuestra preocupación porque la dosis de ketamina no nos parecía suficiente y temíamos ver a la rata despertarse y retorcerse de dolor. Recuerdo que a algunos compañeros les enseñó como hacer cirugías estereotáxicas mientras otros mirábamos los apagados ojos rojos de la rata que colocaba en posición entre las barras de metal. En medio de todo este vendaval de actividades yo ocupaba mis tardes para investigar y elaborar presentaciones en power-point sobre algunas sustancia alucinógenas, el tipo de receptores cerebrales a los que se unen, los neurotransmisores que liberan y los efectos que provocan. Fueron trabajos realmente excepcionales -al menos me lo parecieron a mí- en los que coloqué imágenes, tablas, referencias bibliográficas y que titulé: "Saliedo del fango 1" y "Saliendo del fango 2". Se los envié por correo.
Al final del cuatrimestre fuí el único que obtuvo 10 y después de 6 años aún recuerdo las frenéticas clases de aquel hombre,su obstinación con el Mal de Parkinson y el Alzheimer y a pesar de que sigo pensando que carecía de muchos elementos didácticos y pedagógicos, creo que fue una de mis mejores experiencias educativas.

De hecho, encontré esto en ta red:

http://www.madridiario.es/jorgejuan/noticia/2009/julio/general/109411/


Espero que ahora ustedes compartan algún episodio de su formación que los haya marcado positivamente.



Con sus aportaciones podremos favorecer una educación que impulse los talentos de todos. Con educación hay más ideas, con ideas negocios y con negocios prosperidad.