Recientemente recibí en mi correo electrónico un artículo del respetado y recientemente finado investigador mexicano Ángel Díaz Barriga titulado: "El examen: un problema de historia y sociedad" (1993). En la primera página menciona a la letra "La nueva política educativa -de corte neoliberal- responde a los postulados de racionalidad que impone la coyuntura de crisis económica. Sus fundamentos conceptuales los expresa a través de nociones como calidad de la educación, eficiencia y eficacia del sistema educativo, mayor vinculación entre el sistema escolar (entiéndase currículo) y necesidades sociales (entiéndase modernización y/o reconversión industrial). En términos operativos esta política se concreta en una disminución real del presupuesto de la educación. La consigna es "hacer más con menos". De hecho, se busca que en términos constantes resulte más económico el gasto destinado a cada estudiante en el sistema educativo."
En este punto ya se había activado en mí una cascada de ideas y sensaciones que se centraban sobre todo en la desaprobación a esa concepción economicista de la educación que denuncia el autor pues me resultó obvia la parcialidad con la que el modelo mencionado juzga el papel de la educación dentro de las políticas públicas y su impacto social, no obstante, me pregunté lo siguiente:
¿Todo lo que plantea el enfoque neoliberal está errado? ¿Qué propuesta sería más adecuada? ¿Cómo se vería reflejada la inteligencia colectiva en una propuesta original?
Sin duda, no puedo estar de acuerdo en un enfoque mercantilista de la educación en el que sólo se busque "hacer más con menos" pero creo que una reflexión más pausada podría llevarnos a ideas valiosas. Lo expresaré en dos puntos.
Primero.- Si calidad de la educación la entendemos como un concepto complejo que involucra la interacción de factores como: Pertinencia, Equidad, Eficiencia, Eficacia, Efectividad, Adaptabilidad, Funcionalidad, Relevancia y Sistematicidad -por ejemplo-, su inclusión en el sistema educativo no sólo es positiva sino que es necesaria y urgente. De este modo la idea de "hacer más con menos" se vincula únicamente al factor "Eficiencia"que pertenece ciertamente a una dimensión económica que implica el logro de resultados con un aprovechamiento óptimo de los recursos a través de los procesos más adecuados. En otras palabras: Productividad. Pero no reduce el concepto de Educalidad a este único factor sino que simplemente forma parte de él. Así las cosas ya no parecen tan descabelladas.
Segundo.- El impulso de la vinculación entre el sistema escolar (entendido como currículo) y las necesidades sociales no necesariamente se traduce en una disminución del presupuesto a educación. Para esto hay que entender las necesidades sociales no sólo como tendencias a la modernización y la reconversión industrial sino como la aseguración de un conjunto de libertades que le permitan al individuo decidir sobre su rol socioeconómico-cultural dentro de su contexto y sobre su personalidad y los sistemas de creencias que le parezcan mejores para dirigir su realización personal -que en muchos casos acaba siendo una búsqueda de realización colectiva o sociorrealización como me gusta llamarle-.
Conclusión y Propuesta: La educación debe ser una prioridad de las políticas públicas. Es justificable y deseable la idea de productividad en el sistema escolar -aplicada y exigible a funcionarios, autoridades educativas, docentes, alumnos, padres y sindicatos- pero debiera entenderse como parte de la complejidad de la educación de calidad a la que aspiramos que conlleva interacciones entre otros factores importantes como: Pertinencia, Equidad, Eficacia, Efectividad, Adaptabilidad, Funcionalidad, Relevancia y Sistematicidad. En todo caso la noción de eficiencia planteada en PND, Programas Sectoriales, PDI, PETE, etc. debieran implicar "efectuar mejoras sustanciales a los procesos con la menor cantidad posible de inversión". Para lograr esto las TIC resultan un eje estratégico. Naturalmente no hay nada de nocivo en el intento de vincular el sistema escolar y las necesidades sociales; el problema subyace en la concepción reduccionista del modelo económico cuando se cierra sobre sí mismo y no permite interpretaciones más amplias y en la renuencia de los pedagogos a integrar los aspectos positivos del modelo económico imperante con las dimensiones cognitivas, éticas, sociales y trascendentes de un modelo educativo sustentado en el desarrollo humano.
La respuesta a la pregunta ¿Cómo se vería reflejada la inteligencia colectiva en una propuesta original? la dejo en sus manos estimados lectores.
Referencia:
Díaz Barriga, A. (1993) "El examen: un problema de historia y sociedad" en El Examen: textos para su historia y debate. México, UNAM, pp. 11-28